Me acerco a la barra y pido al tabernero una gran jarra de hidromiel. Mientras se va a servirme, veo que al lado está Sarkah, con una bebida que le acaban de dar; sonrío y me doy cuenta que hay otra forma de olvidarse que no sea el alcohol: molestarla. Así pues, como sin querer, golpeo su jarra vaciando todo su contenido sobre sus provocativas ropas. Tras la colisión,me giro y digo con voz apenada:
-Uy, lo siento, no la había visto. Es usted tan pequeña que la confundí con un taburete-una gran sonrisa se dibuja en mi cara.